domingo, 11 de marzo de 2012

Toda historia terminada empezó por un motivo alguna vez


El Principio
Una vez tuve un amor, un amor loco, un amor desordenado... 
Era todo lo que nunca imaginé, pero de una manera u otra, era todo lo que quería tener.
Nos conocimos en el trabajo, hace algo así como seis años atrás. Para ese entonces era una niña que intentaba saber qué era la vida, qué era el amor, y para qué vivía. Siempre fui introvertida, pero armada de coraje, rompiendo ideales y haciéndome notar. Parece raro pero esto lo lograba siendo introvertida, porque, si hablaba, era para dar sermones sobre los valores como la amistad, la incondicionalidad, la fuerza del querer, del amor, de la vida... con 16 años, siempre creí que mi vida era para hacer algo grande, que estaba destinada a dejar una marca en la historia... siempre creí que podía salvar al mundo.
Él era tímido, nunca miraba al otro lado del mostrador, desde donde yo si lo podía ver... Me parecía alguien  interesante, sólo por el hecho de que nunca hablaba... me intrigaba saber qué pensaba, claro que nunca le dirigí la palabra más que para entregarle un pedido, pero, había algo en él que me atraía demasiado y no era sólo su silencio, había algo más.
Empezó llevándome hasta mi casa con su moto, como favor de compañeros, habíamos acordado que cada repartidor llevaba a su casa a alguna de las chicas, yo le pregunté si le molestaría acercarme, sólo porque había otra chica que me "peleaba" y quería irse con él, así que no quise darle el gusto y me adelanté... fue algo tonto, pero, sin esa picardía jamás hubiese sabido lo que hoy sé de él.
Una noche de lluvia y mucho frío en el que le tocó llevarme, me dio su casco, yo sentí que no podía darle nada para que se protegiera de la tormenta, sólo tenía unos guantes agujereados y yo las manos desnudas, así que simplemente le dí lo único que llevaba conmigo, envolví mi bufanda alrededor del cuello y lo abracé en un intento de que conservara el calor. Fue un impulso inconsciente, sin dobles intenciones, pero, al rodearlo pude notar cómo se estremeció... Nunca antes lo había tenido tan cerca y entonces, por primera vez, pude sentir su aroma... desde el mismo instante en que lo hice algo en mí cambio respecto a él. 
Dicen que las personas se reconocen por el olor antes que por la vista, que para cada persona existe un aroma particular que atrae a otra, se siente como cuando olés desde la cocina el aroma a eso que mas te gusta comer, eso que te genera placer, felicidad, como si te inundara el cuerpo sólo por inspirar profundo. Así lo sentí.
Llegamos a mi casa y luego de agradecerle el viaje, le pedí que se quedara con mi bufanda, que         hacía frío y no me molestaba que se la quedara.
Sonrió, me saludó y se fue.
Entré a mi casa, me bañé, me cambié, me acosté y pensé qué era lo que había pasado, había algo diferente, no era como las anteriores veces que terminaba el día. Me dormí sin darme cuenta de que lo que había cambiado no estaba en mi cabeza, sino en mi estómago.
Si, en mi estómago.
Al día siguiente fui al cole como siempre, pero ese día después de salir, fuimos con mi mamá a hacer unos trámites y me lo crucé en una esquina. 
No lo había visto y entonces mi mamá me dice: "Ese chico no trabaja con vos?"... Casi me muero... Se me paró el corazón.
Inevitablemente tenía que pasar al lado suyo así que lo saludé simulando naturalidad, rogando no tropezarme y salir volando al piso, mostrando seguridad aunque mi esqueleto estaba semi derretido por dentro de la vergüenza de que me viera con el uniforme del colegio, porque iba a un privado y él era un chico humilde y lo que menos quería era que pensara que era falsa, concheta o algo así, no quería que me viera diferente, porque sólo era yo, Daiana, así como él era él, lo más hermoso que me pasó en  la vida y por lo que viviría ese momento mil veces más.
Respiré profundo y crucé la vereda hasta la esquina donde había dejado un pedido... él sólo sonrió, me saludo, agachó la mirada y se fue. 
Dios sabe cuánto deseé que esa mirada durara una eternidad...